viernes, 15 de mayo de 2009

Historia oculta

En el año 2004 en una fábrica alemana de Dresde en pleno progreso (dada la demanda de las tan afamadas mesas de oficina que producían con madera de boj) el delegado de la sección de encaje se vio forzado a contratar tres miembros para incorporarlos en su plantilla como peones. Se trataba de Harold Schneider, Marcus Steiner y Kurt Maldolf. Eran obreros alemanes desde que nacieron, exepto Marcus, quien era la primera vez que se veía obligado a este trabajo a causa de la reciente crisis financiera por la pasaba su familia. De su reciente oficio solo conocía el recinto que ocupaba la fábrica dentro del polígono industrial de Dresde. El lunes de la siguiente semana seria su primer día, y aun no sabía ni lo que se producía en la fábrica. Estaba asustado i temeroso de que lo despidieran en su primera semana de trabajo, también temía que los obreros de la planta no simpatizasen con el de forma que lo aislasen i marginaran. “Quizá eso sea lo peor que puede pasarme, si me marginan no podre aprender el trabajo y en poco tiempo seré despedido” pensó Marcus con resignación.
Con estos pensamientos taciturnos paso el fin de semana hasta llegar el lunes. Se despertó a las seis, se alzo de la cama que le había acompañado en sus últimas pesadillas. Ando con paso lento y descuidado asta alcanzar la ducha de su pequeño piso. El agua lo despertaría de sus sueños… Al salir de la ducha se encontró de cara a su pequeña hija de seis añitos.
- ¿Que haces despierta tan temprano? - Le pregunto.
- No quería que te fueras. - Respuesta que fue acompañada de un bostezo que dejo entrever sus blanquecinos dientes de leche.
- Venga Sonja, a la camita. Hoy as de descansar que tienes que ir a la escuela.
- Mmm...… - La pequeña casi se caía del sueño.
La acompaño asta su cama donde la acostó. Un rato mas tarde ya estaba vestido y desayunado en la puerta junto a su mujer. Se despidieron con un breve beso i una larga mirada que no se rompió asta que Marcus cruzo la acera de enfrente a su bloque.
- ¿Buenos días, en que puedo ayudarle? - Le pregunto un recepcionista.
- Me llamo Marcus, acabo de incorporarme en la plantilla de la sección de encaje. – Respondió con sequedad.
- Espere un momento por favor. - Se alejo dando pequeños pasos, pero mas rápido de lo que jamás hubiera podido imaginar en un hombre de su estatura.
Tardo varios minutos en regresar acompañado del delegado de la sección. A su lado parecía un hombre alto y elegantemente empapelado en su americana de algodón.
- Buenos días eh… ¿Marco?
- Marcus señor.
- Ah, si Marcus. Por favor acompáñeme, le presentare al resto de la plantilla de la sección en la que esta destinado.
No se hizo esperar y emprendió la marcha con un paso lento pero presumiblemente seguro y decidido.
Le presento a los 17 trabajadores de la sección (incluidos a las dos nuevas incorporaciones) para despedirse y abandonarlo en aquella gran sala llena de maquinaria.
- Marcus!! Ven aquí, te voy a enseñar cual es tu función en esta planta, y si quieres conservar tu sueldo mas vale que atiendas, porque ni un milagro te podrá salvar.
- Mmm...…
- Ah si claro, perdona me llamo Hug Meisernov y soy el capataz. Tu haz lo que yo te diga yo me encargare de que los demás no te desgracien la vida o de que el jefazo te de una patada en el culo.
Mientras decía esto la cara de Marcus palideció con solo pensar en lo que le esperaba en la fabrica. Nadie le había dicho que ese era el pan que se respiraba cada día. Trabajo o deshonra y paro. Ya no estaba tan seguro de si mismo.
Su misión era encolar las juntas de los maderos para asegurar su fijación entre unos y otros, y para ello debía controlar una maquina semejante a un brazo mecánico, que se controlaba con un joystick.
- ¿Ves ese botón? – Dijo refiriéndose a un pequeño botón rojo en la parte superior del joystick. – Cuando lo pulses el brazo mecánico pondrá el pegamento instantáneo, no pongas demasiado o la mesa se podriría y con un poco de suerte solo quedaría pegamento en los márgenes. Pero en ese caso nadie la querría comprar, ¿quien es tan imbécil por pagar la misma cantidad por una mesa fea y podrida que por la bonita y sana?
No podía mas que admirar la sinceridad y la claridad (aunque también la bastedad y tosquedad) con la que se expresaba su capataz. No podía fallar. No debía fallar.

A media mañana ya sabia de memoria todo el proceso de producción y todas las tareas a las que debía de contribuir.
Pese a la dureza de su nuevo trabajo, Marcus no podía sino esforzarse por mantener a su familia, por ofrecerles una vida mejor, por no fallarles…

Con ese duro esfuerzo fue progresando a medida que pasaba el tiempo, y así forjo su reputación en la fábrica. Ya no era el nuevo peón, ahora el era el capataz. Un duro año de trabajos severos y sueldos pésimos había requerido tal puesto, pero ahora las cosas cambiarían. Tal y como paso ya hace un año, otra vez debían de ampliar la plantilla. Necesitaban dos peones más. Este cometido cayo en manos de Marcus quien en tan solo dos días ya había localizado a los dos peones necesarios para el trabajo. Se trataba de Arnold Schwartz y Sonja Mitzven. Mientras Arnold entraría bajo sus ordenes Sonja estaria a las del delegado de la sección D. Tal y como había sucedido con el, el nuevo peón fue presentado a la fabrica y se le explico su función.
Seria el encargado del encolage de las piezas. El primer día no sucedió nada especial, pero al segundo dos horas estuvo parada la producción debido a un error en el uso de la maquinaria del sector. Se trataba de la maquina que manejaba Arnold, se había partido por haber querido forzarla demasiado. Tras el accidente una mesa salio con un excedente de pegamento en la fase de montaje.
Sus superiores no debían de enterarse de esto. ¡¡Podían expulsarlo y dejarlo en el paro!! No podía arriesgarse a parecer desprecavido o descuidado, y por ello debía de tomar medidas que pudiesen apaciguar la sed de venganza de sus superiores.
Con un poco de suerte aun estarían a tiempo de quitar la mayor parte del pegamento de la mesa, pero las dos horas de inactividad no podían ser compensadas. También debía tomar medidas respecto a Arnold. Resolvió enviarlo a secretetaria, donde no podría causar más desafortunados accidentes, y de este modo no despedirlo. No sabía que les diría a sus superiores. No quería saberlo.

Al día siguiente fue llamado a la presencia de sus superiores. Después de una sesión única de tres horas se aprobaron todas las medidas que propuso Marcus. Tan solo se opusieron a la continuidad de Arnold en la empresa, pero Marcus le acredito y se ofreció a pagar y hacerse cargo de sus errores, de modo que todos quedaron satisfechos tras la reunión.
Solo faltaba una cosa. ¿Quien querría la mesa? Pese a su accidente había quedado en buenas condiciones, pero nadie querría esa mesa si no viniera esta dentro de un pack muy numeroso. Si eso haría.
Dos semanas más tarde ya había acordado una importante venta de 100 mesas a la multinacional Ikea que a su vez las vendería en Barcelona. Ahora ya no serian problema suyo. Ahora solo tendría que disfrutar de su mujer y su hija, y aprovechar todo lo que la vida le preparara. Alguna vez pensó en el destino de esas mesas, lo que nunca no imagino seria que acabaron en una escuela de monjas situada a los pies de Vallvidrera y de la torre de Collserola.

2 comentarios:

  1. Pienso que el texto está muy bien redactado y tiene un orden lógico eso hace que no te canses a la hora de leerlo. A parte de eso la historia me ha gustado, sobre todo el final. ¡Ha estado original!
    Me gusta el significado qu ele has querido dar a la historia que ha sido la superación y el no rendirte y el poder proponerte algo y conseguirlo. Después de la experiencia de Marcus fué capaz de ayudar a un chico que se encontraba en la misma situación que él se encontró y lo ayudó porque entendía perfectamente lo que le podía pasar si le despedían.
    Pienso que esta história te hace pensar que si te propones algo y pones de tu parte eres capaz de alcanzar tu meta y aveces de superarla.
    El final es divertido en serio me ha gustado, no me inaginaba que fuera a acabar así. A sido una forma original de poner un elemento del colegio en la historia.

    MARIONA. Un beso!!

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  2. ola guille soc el borja!!

    M'ha agradat molt el teu "conte",no només per l'história sino per lo ben redactada que està y no es per fer-te la pilota eeeeeeee. Tambén una de les coses que fa que l'história sigui intrigant son els canvis de ritme, la variació de les frases formals i informals, la descripció detallada dels espais.
    En conclusió podries publicar aquesta história i segur es vendria més que el harry potter i el crepusculo junts, vamos guille a por el best-seller.

    Borja

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