Era pequeña y sentí tanto temor, que iba a explotarme el corazón, por una sombra que se apareció frente a mí y de repente desapareció. Me encontré en un bosque frío con árboles, rocas y un rio. Era una noche de verano en la que junto a las monjas y mis amigas, jugamos al escondite.
Yo, una niña huérfana de 3 años, internada en el colegio Montserrat, solía pasear cada atardecer por los alrededores del colegio sin salir del recinto, junto a las monjas que nos cuidaban y enseñaban, y mis amigas. Paseábamos por unos bosques que, por la noche, parecieron dar miedo, pero eso les daba un punto de admiración por mi parte.
Era una tarde-noche de verano y como cada día nos adentramos en el bosque, y puesto que hacía calor y estábamos ansiosas por jugar, entre todas, decidimos jugar al escondite por parejas o tríos en un área muy limitada. Yo iba con Madre Luz y mi osito de peluche y juntos encontramos un sitio genial donde escondernos. Todo funcionaba a la perfección hasta que, mientras bajábamos por un lugar lleno de ramas de olivos, una sombra apareció frente a mí y al girarme, unos ojos me miraron furtivamente. Fue entonces cuando empecé a llorar y a chillar y salí huyendo de aquel lugar. Madre Luz, se encontraba al otro lado de las ramas dispuesta a ayudarme a pasar cuando me vio huir chillando. Como pudo, atravesó las ramas, subió y corrió en mi búsqueda.
Yo me encontraba escondida detrás de un árbol atemorizada por completo. Mis ojos ya secos buscaron sin parar la sombra triste pero no la encontraron. Bajo el árbol que vio como moría de temor oía voces diciendo “te encontraré donde quiera que tu estés”.
Pero no hubo manera de que nadie me encontrase, Madre Luz, junto a todas las niñas internadas en el colegio y las otras monjas, chillaban “Raquel, ¿donde estas?” “¡Chilla para que podamos encontrarte!” “Tranquila, todo acabará bien”…
De repente un chupete tirado en el suelo, les hizo saber que iban por buen camino, y que yo no debía andar muy lejos, puesto que sin mi chupete, no podía estar por aquellos bosques sin atemorizarme por completo. Y así fue, yo me encontraba a escasos metros de allí.
Mientras tanto, yo empezaba a oír ruidos de personas chillando, llamándome… eras voces femeninas, pero no era capaz de reconocer sus voces. ¿Serían las monjas y mis amigas que estaban a punto de encontrarme, o por el contrario, eran unas secuestradoras?
Me encontraba en absoluto silencio, junto a mi osito de peluche entre mis brazos ¡pero sin mi chupete!
Estaba claro que no podía quedarme toda la vida allí, así que decidí que fuesen quienes fuesen, que me encontrasen ¡ya! Empecé a gritar y por detrás de mí apareció una cabrita perdida que, con solo verme, empezó a frotar su suave cabecita en mi hombro e hizo que me sintiese más segura. Ahora ya sabía de quien era la sombra, pero… ¿y las voces femeninas?
Poco después, llegaron las monjas y mis amigas, y me vieron jugando y correteando con la cabrita. Desde el primer momento, pensaron que había huido para jugar con ella, pero yo, y solo yo, sabía que lo que ellas creían no era verdad y, decidí que a partir de ese momento, el por qué de mi huida, fuese mi pequeño gran secreto para el resto de mi vida.
>·<>·<>·<>·<>·<>·<
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarCreo que empiezas con una buena frase, muestra intriga. El escenario del colegio como un internado muestra un ambiente siniestro y que nos incita a una historia de misterio. El típico juego infantil en el bosque me hace pensar que pasará alguna cosa trágica. Cuando relatas los ojos furtivos pienso que puede ser un lobo pero por la frase no se sabe seguro y nos incita a la emoción.
ResponderEliminarHay una cosa que no entiendo cuando empiezas a relatar la oscuridad en la que te encuentras, ¿Cómo has llegado hasta allí?, ¿Y si dices que Madre Luz iba detrás de ti, cómo no puede verte?. Son pequeños matices que me han hecho descentrarme.
En los siguientes dos párrafos creo que los tendrías que haber invertido ya que si la narradora eres tú en primera persona, ¿cómo puedes saber que te encontraron y después te preguntas si las voces eran de ellas?.
El final me ha parecido divertido. La cabrita es un matiz infantil que le da más credibilidad a un relato que cuenta una niña pequeña. Tendrías que mostrar más los sentimientos de susto y angustia que pasa en esos momentos la protagonista.
Y el final creo que es un poco insulso, me ha dejado un poco decepcionada. Al principio me imaginaba alguna historia fantástica o de terror, pero sólo es la de una niña que se asusta y no quiere dar explicaciones.
Alicia Berdonces