El soldado formó parte de la élite de francotiradores del bando de las tropas rebeldes. Ellas creían importante la defensa de su tierra, del lugar donde una vez fueron pequeños y jugaron a pelota con sus amigos. Ahora estaban enfrentados entre ellos solo por sus creencias y sus ideales.
El avanzo por el norte allá en las montañas. Su fusil era su único amigo y fiel compañero, era el único que se encargaba de cubrirlo y defenderlo. Eran amigos inseparables, el uno para el otro.
Al avanzar por las montañas, llegó a un edificio antiguo y medio destrozado. El paso del tiempo quiso dejar marca de su presencia. El soldado corrió y corrió hasta llegar y añadirse con su pelotón. Era un grupo de élite capaz de neutralizar cualquier guerrilla pequeña, o solventar cualquier problema o fuerza que quisiera invadir el territorio.
Anduvieron durante más de media hora en busca de una pequeña base donde se escondía la resistencia. Teóricamente en el mapa del honorable capitán, se escondía entre algunas de las montañas que observaban la ciudad en guerra. En aquellas montañas, se encontraba la resistencia aguantando sin suministros. Ahora ya se les había propuesto una nueva misión a aquel pelotón, serian de gran ayuda que cubrieran el flanco norte desde aquel edificio. De allí tendrían una mayor y mejor perspectiva del terreno de lucha. Los francotiradores se comportaban como piedras del terreno, figuras inmóviles esperando al momento perfecto para disparar, calculaban la humedad, el viento, tenían en cuenta todos los factores para tener un disparo perfecto. Empezaron a llegar los primeros soldados de infantería, pero ese no era el objetivo de nuestro héroe, al lado de su fusil, yacía una pequeña fotografía en la que estaba dibujado el rostro del objetivo. No parecía un soldado cualquiera, en su uniforme se encontraban numerosas insignias que lo identificaban del resto, era alguien especial con una función especial. El enemigo no era del todo inteligente en el campo de batalla, pero eran cautos. Antes de que cualquier miembro de los cargos importantes o relevantes paseara por los lugares donde se habían librado anteriormente alguna batalla, una tropa de infantería se encargaba de investigar en búsqueda de cualquier intento por atentar contra la vida del general enemigo. El francotirador sabio que solo tenía un intento, no podía fallar, y también se encontraría en peligro de muerte seguro, ya que el destello del disparo sería visible a los ojos del enemigo. Un disparo, un enemigo era lo que rotundamente su mente repetía una y otra vez para intentar concentrarse. Los otros miembros de su pelotón, eran los encargados de hacer vigilancia alrededor del el francotirador. Eran simples peones que protegían a su rey. Se tumbo en un balcón al caer que había en el edificio. Se acurrucó para que los soldados enemigos no se dieran cuenta de su presencia. Hizo un último vistazo a la fotografía que tenía a su lado. Observo cómo eran sus facetas faciales para no confundirse, y lentamente acerco su ojo a la mira telescópica. Pasaron unos instantes antes de que ajustara la mira a la exactitud. El cañón del fusil apuntaba al blanco, estaba nervioso pero inmóvil. El enemigo se encontraba sentado en un carro de combate de la milicia enemiga. Estaba conversando con uno de sus sub-oficiales. Cuando sus ojos y su mente calcularon los factores externos y pensaron que era el momento para disparar, suavemente fue apretando el gatillo hasta que se activó y disparó la bala. El fusil dejo ver un destello iluminante a los ojos del enemigo y se quiso hacer oír en todas las mentes del enemigo. El ruido ensordecedor alerto a los soldados enemigos los cuales ya se habían puesto en marcha para encontrar al autor del asesinato que ocurrió una tarde fría de diciembre. El cuerpo del general se desplomo poco a poco en la espesa nieve que cubría aquella ciudad. Toda la milicia enemiga descubrió la posición de nuestro francotirador quien fue corriendo al refugio era hora de retirarse de aquel infierno y poco a poco los soldados fueron cayendo uno a uno. Pocos fueron los que llegaron al refugio, los demás abandonaron en la marcha hacia una posición segura. Los soldados rebeldes, localizaron el lugar donde se encontraba el héroe de guerra. Era una especie de puerta que se encontraba en un muro de piedra. Unos treinta soldados se encontraban delante de aquella puerta. Solo una fina capa de hierro que la hacía llamar puerta les separaba de una muerte segura. El estrecho muro de contención se vino abajo con unos explosivos que colocaron las tropas enemigas. El francotirador se encontraba en una esquina de la habitación dormitorio donde vivía la resistencia. Allí se encontraba debajo de unas capas de lana para la cama. Sentía miedo, y estaba llorando. Sabía que era su fin. Algún soldado agarro su pistola y se apunto a sí mismo. Algunos prefirieron la muerte por su cuenta que cualquier muerte despiadada para los soldados. Otros no tuvieron valor como nuestro francotirador el cual estaba al borde de la vida. Solo se conserva un recuerdo de esa escena. Proviene de un niño que se escondía en la misma ladera de la montaña. El silencio era mortal y eso le permitió al niño escuchar algunas de las palabras que los soldados enemigos dijeron:
-"Podrían servir de rehenes"!
-"Servirán de comida para nuestros fusiles"
Entonces se escucho varios sonidos estruendosos que hacían pensar que algún fusil se había disparado. El niño desconcertado bajo a observar la escena. Solo encontró varios casquillos de balas y algún agujero en la pared.
Al cabo de dos meses, una mujer joven cansada visitó el refugio donde estaba el niño. Incansable pregunto a todo el mundo si sabían de un francotirador que fue enviado a proteger la ladera norte de la montaña. EL niño al oírla, le contó su recuerdo y ella horrorizada se le desprendió una gota rozándole toda la mejilla blanca de la chica. Abandonó el lugar donde ocurrió y observo como el fusil del francotirador estaba manchado de sangre. Ella lo agarro y se lo llevo al principio de la entrada. Allí lo dejo apoyado en la pared y quiso dejar una pequeña inscripción con el nombre de el francotirador.
El avanzo por el norte allá en las montañas. Su fusil era su único amigo y fiel compañero, era el único que se encargaba de cubrirlo y defenderlo. Eran amigos inseparables, el uno para el otro.
Al avanzar por las montañas, llegó a un edificio antiguo y medio destrozado. El paso del tiempo quiso dejar marca de su presencia. El soldado corrió y corrió hasta llegar y añadirse con su pelotón. Era un grupo de élite capaz de neutralizar cualquier guerrilla pequeña, o solventar cualquier problema o fuerza que quisiera invadir el territorio.
Anduvieron durante más de media hora en busca de una pequeña base donde se escondía la resistencia. Teóricamente en el mapa del honorable capitán, se escondía entre algunas de las montañas que observaban la ciudad en guerra. En aquellas montañas, se encontraba la resistencia aguantando sin suministros. Ahora ya se les había propuesto una nueva misión a aquel pelotón, serian de gran ayuda que cubrieran el flanco norte desde aquel edificio. De allí tendrían una mayor y mejor perspectiva del terreno de lucha. Los francotiradores se comportaban como piedras del terreno, figuras inmóviles esperando al momento perfecto para disparar, calculaban la humedad, el viento, tenían en cuenta todos los factores para tener un disparo perfecto. Empezaron a llegar los primeros soldados de infantería, pero ese no era el objetivo de nuestro héroe, al lado de su fusil, yacía una pequeña fotografía en la que estaba dibujado el rostro del objetivo. No parecía un soldado cualquiera, en su uniforme se encontraban numerosas insignias que lo identificaban del resto, era alguien especial con una función especial. El enemigo no era del todo inteligente en el campo de batalla, pero eran cautos. Antes de que cualquier miembro de los cargos importantes o relevantes paseara por los lugares donde se habían librado anteriormente alguna batalla, una tropa de infantería se encargaba de investigar en búsqueda de cualquier intento por atentar contra la vida del general enemigo. El francotirador sabio que solo tenía un intento, no podía fallar, y también se encontraría en peligro de muerte seguro, ya que el destello del disparo sería visible a los ojos del enemigo. Un disparo, un enemigo era lo que rotundamente su mente repetía una y otra vez para intentar concentrarse. Los otros miembros de su pelotón, eran los encargados de hacer vigilancia alrededor del el francotirador. Eran simples peones que protegían a su rey. Se tumbo en un balcón al caer que había en el edificio. Se acurrucó para que los soldados enemigos no se dieran cuenta de su presencia. Hizo un último vistazo a la fotografía que tenía a su lado. Observo cómo eran sus facetas faciales para no confundirse, y lentamente acerco su ojo a la mira telescópica. Pasaron unos instantes antes de que ajustara la mira a la exactitud. El cañón del fusil apuntaba al blanco, estaba nervioso pero inmóvil. El enemigo se encontraba sentado en un carro de combate de la milicia enemiga. Estaba conversando con uno de sus sub-oficiales. Cuando sus ojos y su mente calcularon los factores externos y pensaron que era el momento para disparar, suavemente fue apretando el gatillo hasta que se activó y disparó la bala. El fusil dejo ver un destello iluminante a los ojos del enemigo y se quiso hacer oír en todas las mentes del enemigo. El ruido ensordecedor alerto a los soldados enemigos los cuales ya se habían puesto en marcha para encontrar al autor del asesinato que ocurrió una tarde fría de diciembre. El cuerpo del general se desplomo poco a poco en la espesa nieve que cubría aquella ciudad. Toda la milicia enemiga descubrió la posición de nuestro francotirador quien fue corriendo al refugio era hora de retirarse de aquel infierno y poco a poco los soldados fueron cayendo uno a uno. Pocos fueron los que llegaron al refugio, los demás abandonaron en la marcha hacia una posición segura. Los soldados rebeldes, localizaron el lugar donde se encontraba el héroe de guerra. Era una especie de puerta que se encontraba en un muro de piedra. Unos treinta soldados se encontraban delante de aquella puerta. Solo una fina capa de hierro que la hacía llamar puerta les separaba de una muerte segura. El estrecho muro de contención se vino abajo con unos explosivos que colocaron las tropas enemigas. El francotirador se encontraba en una esquina de la habitación dormitorio donde vivía la resistencia. Allí se encontraba debajo de unas capas de lana para la cama. Sentía miedo, y estaba llorando. Sabía que era su fin. Algún soldado agarro su pistola y se apunto a sí mismo. Algunos prefirieron la muerte por su cuenta que cualquier muerte despiadada para los soldados. Otros no tuvieron valor como nuestro francotirador el cual estaba al borde de la vida. Solo se conserva un recuerdo de esa escena. Proviene de un niño que se escondía en la misma ladera de la montaña. El silencio era mortal y eso le permitió al niño escuchar algunas de las palabras que los soldados enemigos dijeron:
-"Podrían servir de rehenes"!
-"Servirán de comida para nuestros fusiles"
Entonces se escucho varios sonidos estruendosos que hacían pensar que algún fusil se había disparado. El niño desconcertado bajo a observar la escena. Solo encontró varios casquillos de balas y algún agujero en la pared.
Al cabo de dos meses, una mujer joven cansada visitó el refugio donde estaba el niño. Incansable pregunto a todo el mundo si sabían de un francotirador que fue enviado a proteger la ladera norte de la montaña. EL niño al oírla, le contó su recuerdo y ella horrorizada se le desprendió una gota rozándole toda la mejilla blanca de la chica. Abandonó el lugar donde ocurrió y observo como el fusil del francotirador estaba manchado de sangre. Ella lo agarro y se lo llevo al principio de la entrada. Allí lo dejo apoyado en la pared y quiso dejar una pequeña inscripción con el nombre de el francotirador.
¡Hola Marc!
ResponderEliminarAcabo de leer tu pequeña historia y la verdad, es que realmente me ha gustada. A mí, normalmente los textos sobre guerra no me gustan pero el tuyo, tiene “algo” que ha hecho que me enganche.
Las frases son cortas, lo que hace que la historia tenga una trama rápida y su lectura sea más amena. Además, describes muy bien los escenarios, lo que hace que el lector se pueda introducir en la historia.
En cuanto el final, ¡realmente sorprendente!. No me esperaba que un niño fuera el testigo de todo, ni tampoco la aparición de la mujer al cabo de dos meses.
Felicidades ;)
Ariadna Rodrigo